Un
detallado estudio realizado por los doctores Boyer y Liu, de la Universidad de
Cornell, Nueva York, concluyó que existe una relación entre el consumo de
manzanas y un riesgo menor de sufrir enfermedades circulatorias y del corazón,
cáncer de pulmón, asma y diabetes.
A todas estas sustancias se deben las propiedades que tradicionalmente se han atribuido a esta sencilla pero prodigiosa fruta: detiene las diarreas, combate el estreñimiento, depura, baja el colesterol y los triglicéridos en la sangre y estimula el sistema nervioso.
Baja el colesterol y el azúcar
en la sangre
Para controlar el colesterol se recomienda tomar 3-4 manzanas diarias. Para producir este efecto se combinan las propiedades de la pectina (que absorbe las sales biliares) y los flavonoides (inhiben la agregación plaquetaria, con lo que reduce el riesgo de infarto de miocardio).
Para los diabéticos la manzana
es ideal por dos razones:
Una buena parte de su azúcar está en forma de fructosa, que no precisa de insulina para entrar en las células y, en segundo lugar, la pectina ayuda a regular la liberación de azúcares, lo que permite que su paso a la sangre sea lento y progresivo.