Recientemente un caso de COVID-19 en un
enfermero de San Diego que se enfermó más o menos una semana después de recibir
su primera dosis de la vacuna de Pfizer contra el coronavirus fue bastante
sonado.
Por ello, los especialistas afirmaron que su
enfermedad no es algo inesperado: se sabe que los efectos protectores de las
vacunas tardan al menos un par de semanas en concretarse. Y señalaron que
enfermarse antes de completar el programa de dos dosis de la vacuna no debe
desvirtuar la eficacia del producto de Pfizer, mismo que fue exitoso en la fase
final de los ensayos clínicos.
Informar que una persona que no ha recibido
la dosis completa de la vacuna tiene COVID-19, “en realidad es como decir que
alguien salió a mitad de una tormenta sin paraguas y se mojó”, comentó Taison
Bell, médico de terapia intensiva en la Universidad de Virginia para The New
York Times.
El enfermero californiano de 45 años, Matthew W. recibió su primera inyección de la vacuna de Pfizer el 18 de diciembre. De acuerdo con los informes noticiosos, seis días después comenzó a sentir síntomas leves, que incluían escalofríos, dolores musculares y fatiga. Un día después de Navidad, dio positivo a COVID-19.
La doctora de urgencias de la Universidad Brown,
Megan Ranney ha dicho que esto no debe preocupar a nadie. “¿¿¿Y qué???”, tuiteó
el miércoles como respuesta a un artículo de Reuters acerca de la enfermedad
del enfermero. “Es una vacuna de dos dosis” aseguró la experta en salud.
La fórmula de Pfizer está diseñada en torno a una molécula llamada ARN mensajero, o ARNm, el cual al ser inyectado, entra a las células humanas y les da instrucciones de fabricar una proteína del coronavirus llamada de espiga. Ninguno de estos componentes es infeccioso ni capaz de causar COVID-19. Pero actúan como impostores del coronavirus y le enseñan al cuerpo a reconocer al verdadero virus y combatirlo en caso de que llegara a entrar.
Se cree que la producción de la espiga ocurre
a unas cuantas horas de la primera dosis. Pero el cuerpo requiere al menos
varios días para memorizar el material antes de que pueda descargar todo su
arsenal de armas de defensa contra el virus. Las células inmunitarias tardan
este tiempo en analizar la proteína, madurar, multiplicarse y agudizar sus
reflejos para identificar la espiga.
Los datos procedentes de los ensayos clínicos de Pfizer indican que es posible que la vacuna comience a proteger de la enfermedad a quienes recibieron la vacuna, aproximadamente una o dos semanas después de la primera dosis. Una segunda inyección de ARNm, administrada tres semanas después de la primera, ayuda a las células inmunitarias a enviar a la memoria las características más importantes del virus, lo cual consolida el proceso de protección.