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Para la mayoría de las personas, la felicidad es una reacción ante algo positivo que sólo sucede en determinadas circunstancias. Están tan acostumbradas a una rutina, que la felicidad viene por chispazos, es decir, en esos momentos en que pueden romper con “lo mismo de siempre”. Pero las personas que son realmente felices saben que la felicidad es una decisión que pueden tomar todos los días.
Quien es feliz con su vida, elige apreciar las cosas pequeñas y concentrar su energía en las cosas que ama,
La felicidad es un trabajo interno, no existe un manual que se debe seguir al pie de la letra. Es por esto que cada quien puede y debe ser feliz a su manera. La felicidad es algo que creas, algo que haces tuyo y cuando eliges concentrarte en lo que te apasiona, es fácil encontrarla.
Nada se siente mejor que poder despertar todos los días para seguir con ese proyecto que tanto te emociona, para aprender eso que siempre has querido o para dirigirte hacia ese trabajo que te ha dado tanta satisfacción.
La felicidad está en despertar con la tranquilidad de que estás en el lugar correcto (o de que al menos estás encaminada), de que tu energía está concentrada en lo que te hace bien. No todo el mundo tiene esa fortuna pero encontrar lo positivo en las cosas pequeñas, podría llevarlos a esa felicidad, aún si no están donde desearían. Y si lo consiguen, serán capaces de abrir muchas puertas.
Porque la verdadera felicidad comienza dentro de ti., cuando aprendes a tomar cada reto como una oportunidad, cuando encuentras la motivación en dar ese siguiente paso. o cuando te atreves a perseguir ese sueño que todos dijeron que era imposible.
Es cuando te das cuenta de que eres el responsable de tu propia felicidad. Has aprendido del pasado y ahora sabes que no hay nada como poder elegir todos los días hacer lo que te gusta. Porque la vida es hoy y es la única oportunidad que tienes para concentrarte en tu pasión.
La felicidad es saber que eres imparable y que no hay nada que no puedas hacer porque confías en ti misma y en lo que estás haciendo.
Y cuando comienzas a sentirte feliz contigo misma, lo extiendes a otras personas. Compartes tu luz con los demás porque disfrutas de interacciones sociales felices y no tóxicas. Eres feliz demostrándole al mundo de lo que eres capaz e inspirando a otros de seguir sus sueños.
Cuando eres realmente feliz no estás esperando a que otros se equivoquen o se tambaleen para demostrar quién está bien. Al contrario, esperas a que tengan éxito y que también sean felices.
Dedicar tu tiempo a lo que te apasiona te hace fuerte, te inspira y te da un brillo especial. Así que nunca lo dejes de hacer.
Fuente: nuevamujer.com