El sonambulismo sexual o sexomnia suele suceder en la fase del sueño no-REM, es decir, en la que el cerebro está profundamente dormido pero los músculos se mantienen relajados. En la actualidad se desconocen las causas de esta enfermedad poco frecuente pero real y se continúa investigando pues, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 2% de la población mundial padece este trastorno.
De acuerdo a la organismo es más habitual en varones, especialmente en los que tienen antecedentes de sonambulismo o terrores nocturnos en la etapa de la adolescencia o la infancia.
La persona que padece sexomnia suele despertar en pleno acto sexual o durante el orgasmo. La enfermedad puede manifestarse en cualquier individuo, aunque no haya sufrido sonambulismo. “Es un trastorno del sueño poco común y desconocido que lo cursa el 10% de los adultos con parasomnia”, explica Álex Pastor, enfermero de la Unidad del Sueño Dr. Estivill en el Hospital Universitari General de Catalunya.
La sexomnia se considera una enfermedad rara dado el bajo número de personas que la padecen en el mundo, por lo que las causas que la producen todavía se están investigando. Diferentes estudios coinciden en que factores externos como el consumo de alcohol en exceso o de estupefacientes, el estrés, la ansiedad o la fatiga, pueden ser algunas de las causas que desencadenan este trastorno, consigna 20 Minutos.
“Algunas alteraciones del sueño como las apneas obstructivas del sueño o el síndrome de piernas inquietas pueden actuar como ‘disparadores’, pero la causa exacta de la sexomnia es desconocida”, puntualiza el doctor Francisco Segarra, responsable de la Unidad del Sueño Dr. Estivill del Hospital Universitari de Catalunya.
Los episodios de sexomnia suelen generar problemas de pareja como frustración o sentimiento de culpa. Las pruebas diagnósticas que se aconsejan suelen consistir en una entrevista clínica, una valoración del paciente y una polisomnografía nocturna para controlar los ciclos del sueño y ver si se interrumpen y por qué.
Con estas pruebas los médicos consiguen un diagnóstico preciso para iniciar un tratamiento que suele consistir en fármacos y terapia psicológica, por supuesto siempre bajo la supervisión del especialista pues cada paciente es diferente y el tratamiento puede variar entre uno y otro.
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